¡Teclavamos!
El 16 de abril de 1854 un violento terremoto decimó una buena parte de la capital de El Salvador: San Salvador. Siendo esto un fenómeno no aislado y que se repetía con cierta frecuencia, las autoridades decidieron buscar un nuevo emplazamiento hacia el cual trasladar la capital salvadoreña, finalmente eligiendo para este propósito la llanura de Santa Tecla, unos 15 kilómetros al oeste de San Salvador.
Es así que el 7 de febrero de 1855 se oficializó la creación de la nueva ciudad capital del Estado de El Salvador, bautizada con el nombre de Nueva San Salvador. Su calidad de capital fue de corta duración ya que en 1859 se determinó que las operaciones del gobierno salvadoreño regresaran a la antigua ciudad de San Salvador. El nombre oficial de Nueva San Salvador perduró, sin embargo, todos sus residentes y demás personas que se referían a ella siempre continuaron llamándola Santa Tecla, nombre que finalmente fue legalizado en 2004.
Es en esta gloriosa ciudad, orgullo de quienes somos sus habitantes (los tecleños), donde se desarrolla la segunda lectura del Club de la Buena Estrella para septiembre 2023: El infierno heredado por el connacional Felipe A. García.
A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX las producciones generadas por distintos cultivos, principalmente el café, permitieron a ciertos grupos empresariales familiares la acumulación de riquezas y tierras, dando lugar al mote de "las 14 familias de El Salvador" el cual aglutinaba a reconocidos apellidos con sabido poderío económico e influencia política.
Una de dichas familias fue la familia Guirola, quienes hicieron de Santa Tecla su lugar de residencia, al mismo tiempo impulsando su desarrollo a través de sus negocios y beneficencias. La bonanza financiera que disfrutaba la familia Guirola sumada a su preferencia por la privacidad y el secretismo dio lugar a diversos mitos, muchos de los cuales persisten hasta la fecha en las calles de Santa Tecla y hasta a veces transcienden fronteras nacionales. Dichas leyendas e historias orales, variopintas e imaginativas en su naturaleza, pueden resumirse de la siguiente manera: la familia Guirola realizó un pacto con seres demónicos para garantizar amplia fortuna monetaria a cambio de ofrecer sacrificios que contentaran a sus amos so pena de sufrir terribles tragedias en caso esto no los satisfizo.
Es dentro de este contexto que se desarrolla El infierno heredado. Con motivio de evitar represalias o líos legales, la familia Guirola no es referida por su apellido real, pero son la innegable inspiración que desencadena el relato que el autor aquí nos presenta.
Así que luego de esta presentación no tomo más de su tiempo y no me queda más que agradecer su acompañamiento y desearles una feliz lectura. Espero sea de su agrado.
El infierno heredado | Felipe A. García